de otras lenguas sus cantares,
empujadas por afanes
mezcla de seda y salares.
Ellos llegaron de lejos,
cual profecías de espanto;
se llevaron oro y plata,
“¡No sois creados por Dios!
¡No tienen alma!”, gritaron,
“¡Son animales! ¡Matadlos!”.
¡Cuánta memoria de tierra!
¡Cuánto sendero andado!
“Tata Inti, Madre Killa”,
Sol de bronce americano.
Como una sombra de ausencia
pasan los indios callados,
van rezando su destino,
cual cóndores en lo alto.
Las voces más lastimeras
por los valles retumbaron;
por las montañas las flautas
yaravíes derramaron.
Los meandros de los ríos,
en dolor se desbordaron
inundando venas mustias
de mita y yanaconazgo.
¡Ay alma! que estás presente:
selvas, montes, cielo y llanos.
Los indios guardan su lumbre
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